INFORME DE DEVOLUCIÓN

Cinco consensos y muchos disensos

El pasado año en Euskal Herria, -al igual que en otros territorios de nuestro entorno-, numerosos proyectos y planes emergentes para el desarrollo de energías renovables suscitaron controversias y respuestas conflictivas en diferentes lugares, sobre todo en pueblos y valles que se mostraron como asentamientos relativamente claros para la instalación de las infraestructuras de aerogeneradores y plantas fotovoltaicas.

En este contexto, partiendo de nuestro carácter académico y nuestra corresponsabilidad para el bieneestar de la sociedad vasca, desde el grupo de investigación EKOPOL, junto con EHUgune, propusimos realizar varios  debates, serenos y razonables, tratando de sintetizar y trasladar los diferentes discursos y reflexiones existentes en torno a la cuestión de la implantación las energías renovables en Euskal Herria.

Así, en los tres Campus de la UPV-EHU (San Sebastián, Vitoria-Gasteiz y Bilbao) organizamos sendas mesas redondas con diferentes agentes (personas provenientes de la academia, empresas, instituciones,  movimiento ecologista y partidos políticos). En las líneas siguientes resumimos las principales ideas y reflexiones extraídas en estos tres actos.

En primer lugar queremos destacar la ausencia de ciertos agentes participantes. Realizamos un esfuerzo especial para contar con la presencia de la Administración Pública (tanto autonómica como local) y con las principales empresas privadas y públicas que operan en el sector económico de la energía, pero no conseguimos su participación.

Hace dos años, la Administración y las empresas mostraron especial interés en participar en  las jornadas “Hidrógeno en la Transición Ecológica” organizadas por EKOPOL y EHUgune. Sin embargo, en esta ocasión, sólo las empresas sociales y las cooperativas han querido participar en los debates. Consideramos que la falta de presencia de la Administración Pública y  de las grandes empresas de la energía es preocupante.

En cambio, hemos visto un alto  interés por parte de otros sectores socio-económicos y otros agentes socio-políticos. En este documento, hemos querido reunir los consensos y desacuerdos entre los y las participantes en torno al desarrollo de las energías renovables, así como los diferentes discursos sobre las características y los elementos de la transición energética. Para ello, hemos realizado un análisis de lo expresado en las tres mesas redondas.

CINCO CONSENSOS

Asumiendo que nos encontramos  ante una situación conflictiva donde se ponen de manifiesto  muchas  divergencias,  queremos comenzar este informe de «retorno/devolución» de las mesas redondas a los participantes en las mismas, con los consensos encontrados en esta materia. Creemos que plasmar estos acuerdos puede ayudar a sostener un acercamiento constructivo, a rebajar tensiones y a alcanzar soluciones entre diferentes agentes.

Situamos los consensos existentes en cinco ejes o ámbitos:

1) En primer lugar, la mayoría de los y las ponentes considera que estamos ante una crisis socio-ecológica múltiple (climática, energética, de biodiversidad…) y que nuestra sociedad tiene graves problemas socio-ambientales, por lo que es necesaria la transición. Además, se detecta una urgencia para hacer frente a los problemas actuales.

2) Euskal Herria es un territorio antropizado, limitado y altamente dependiente de energía que viene de fuera. Por ello, es posible fomentar la soberanía energética, creando fuentes propias para conseguir más autonomía en el ámbito de la energía.

3) Esa transición energética debe provenir de vías democráticas. La participación de todos los agentes interesados en esta transformación (representantes del ámbito político-institucional, económico y social) es imprescindible.

4) La cuestión de la energía es transversal y engloba muchos problemas (transporte, alimentación, industria, turismo, estilo de vida…). En este sentido, es importante realizar un  cambio de hábitos y prácticas sociales (consumos, modelo de ocio,…). Como veremos más adelante, hay diferentes grados de confianza en la factibilidad de este cambio.

5) Por último, es necesario impulsar la investigación sobre los aspectos técnicos y sociales de la transición energética, así como la difusión de la información en la sociedad.

… Y MULTIPLES DESENCUENTROS

Por otra parte, hemos encontrado numerosas discrepancias entre las y los ponentes de los tres debates organizados. Nos parece interesante enumerar estas diferencias para entender mejor la complejidad del tema y para arrojar alguna luz sobre las posibles soluciones.

En primer lugar, las personas participantes comentaron que la transición energética puede resultar un término polisémico y engañoso que se está empleando con diferentes significados e incluso con planteamientos contrapuestos. Dicho esto, pasamos a señalar las discrepancias encontradas entre los diferentes agentes:

A las preguntas, desde la perspectiva de la transición energética, ¿cuál es el principal problema socio-ambiental? ¿Cuál es el tema más importante?, ¿A qué debemos responder en primer lugar? algunos dicen que lo primero es abordar el cambio climático, es decir, la descarbonización. Pero para otros, no se puede olvidar la pobreza energética y la soberanía alimentaria, y tampoco se puede obviar la conservación y la recuperación de la biodiversidad, como aprendimos en la época del COVID-19. Para las perspectivas eco-feministas, la cuestión de la energía no puede afrontarse mediante la mera transformación de los sectores económicos clásicos: es necesaria una transición eco-social integral que ponga el cuidado de la vida en el centro. En este sentido, nos encontramos ante un debate multidireccional y multilateral.

Existen diferentes posiciones en la forma de entender la necesidad de potenciar las energías renovables en Euskal Herria. Además de la crisis climática, muchas veces se menciona la justicia ambiental. Para algunos y algunas ponentes, es urgente responder a nuestra deuda ecológica, mientras que en otros discursos esa visión no aparece o se muestra más difusa. Cuando esta problemática se pone sobre la mesa, aparecen tres visiones contrapuestas: Desde la perspectiva arriba mencionada, el desarrollo de grandes proyectos renovables en Euskal Herria es más justo que  importar  energía de otros países debido a los impactos socio-ecológicos que tiene la generación y distribución de la energía. Desde una segunda perspectiva, se enfatiza la necesidad de ser competitivos en el mercado global y no depender de otros países. Desde una tercera perspectiva, las renovables generan nuevos desequilibrios ambientales tanto en Euskal Herria como a nivel mundial debido a la extracción de los materiales que necesitan.

Otro punto de desencuentro viene de la tensión entre campo y ciudad. La mayoría de los proyectos energéticos renovables previstos afectan a zonas rurales y de montaña. Según algunas voces críticas, este planteamiento se asemeja a un «colonialismo verde» o al impulso de «negocios neo-extractistas». En cambio, otras voces opinan que somos un pueblo industrial y eso es de vital importancia para garantizar y mantener nuestro bienestar. Además, tienen en cuenta que la mayoría de los habitantes de Euskal Herria viven en ciudades y que hay que garantizar los derechos energéticos de la ciudadanía, aunque también sería imprescindible la transformación del modelo industrial. Al contrario, otras miradas sostienen que preservar los derechos de la población rural y de los pueblos pequeños o medianos beneficiará al conjunto de la ciudadanía y que es necesario una «reruralización»/renaturalización” acompañada de  una profunda reconversión del modelo industrial y el fomento de la soberanía alimentaria y del primer sector.

Tal y como hemos mencionado en el apartado de los consensos existentes, además de la transformación de ciertos sectores económicos y del territorio, los y las ponentes mencionan la necesidad de cambiar nuestros hábitos sociales. A este respecto, han aparecido diferentes grados de confianza en la factibilidad de este cambio cultural:  1) es muy difícil cambiar los niveles de consumo de  la sociedad en los plazos que exige la crisis climática; 2) la sociedad puede transformarse también en la situación crítica actual modificando las estrategias culturales y 3) a pesar de los «sacrificios» o «renuncias” que requiere la situación actual, cambiar el modelo consumista de la sociedad no solo es  posible, sino que  aporta muchos beneficios.

Si atendemos a las dimensiones de la transición, encontramos otro vivo debate en torno al tiempo-espacio. ¿Qué es lo primero que hay que hacer?¿Cuánto tiempo tenemos para poner en marcha los cambios? Hacer algo y no hacer nada… ambas opciones acarrean una serie de consecuencias. Hay quien dice que primero hay que bajar el consumo y poner instalaciones renovables en zonas artificializadas o antropizadas; y hay quien opina que tenemos que ir rápido, que todo tendrá que empezar a la vez e inmediatamente, incluidos los grandes proyectos, porque no hay tiempo si atendemos al cambio climático y a las necesidades de la industria. Para otros ponentes, primero hay que llevar a cabo grandes proyectos renovables para ganar tiempo y luego planificar el descenso del consumo. En este sentido ¿a qué escala se debe dar el cambio? Aquí deberíamos diferenciar el tamaño/escala del «problema» y el foco de la «respuesta». Aunque existe un amplio consenso en que nos encontramos ante un problema global, las políticas energéticas se basan en las leyes provenientes de Europa, que marcan las principales competencias de los Estados. Aún así,  también hay mucho que hacer a nivel local, comarcal, autonómico o nacional. El peso que debe o puede tener cada escala en la transición es discutible. Poniendo el foco en Euskal Herria, como hacen muchos y muchas ponentes, la falta de soberanía política y la falta de control público de la energía es un problema importante.

Cuando preguntamos ¿quiénes deben ser los principales agentes de la transición energética? Hemos obtenido diferentes respuestas. En algunas intervenciones se menciona que las instituciones públicas, las empresas y los agentes sociales del Euskal Herria deberían participar en las políticas energéticas renovables.  Por otra parte, algunas voces críticas, denuncian que las políticas de las energías renovables se estén negociando entre las instituciones públicas y las empresas «a puerta cerrada»  y sin participación de la sociedad civil. A este respecto, se considera necesario cambiar el modelo de gobernanza, desde abajo hacia arriba, por ejemplo, desde las comunidades energéticas, creando procesos participativos en los municipios y comarcas. Junto a esta cuestión aparece el debate sobre la propiedad de la energía: ¿quién es, quién debe ser y quién puede tener la propiedad y gestión de la energía? Es decir, ¿hasta qué punto la energía tiene que depender de las empresas privadas y de las lógicas del mercado y hasta qué punto tenemos capacidad para transformarla? En las mesas redondas analizadas encontramos diferentes opiniones sobre lo privado, lo público y  lo comunitario.

Sobre el modelo energético también nos aparece otro debate. Para algunos agentes, la transición energética representa una oportunidad para construir un modelo distribuido y descentralizado basado en pequeños proyectos dispersos por el territorio y orientados a cubrir las necesidades de consumo energético de la zona. Sin embargo, desde otras perspectivas, el modelo distribuido y descentralizado no es suficiente para satisfacer la demanda energética de una sociedad tan compleja como la nuestra, por lo que se requieren grandes proyectos para avanzar en la autonomía energética. Todo ello está relacionado con los impactos ambientales, la propiedad y el control de la energía, el suministro energético de las ciudades e incluso las conexiones con la red de alta tensión (otras de las infraestructuras que generan conflictos).

Finalmente, otro punto para de desacuerdo se sitúa en la importancia otorgada a la meta-final en contraposición al proceso-las vías  de  transición. Algunos ponentes parecen más centrados en la meta/final, en definir el modelo energético que desean para el futuro. Otras voces, en cambio, enfatizan el proceso para transformar el modelo actual y en los pasos a dar desde hoy. Esta diferencia de opiniones  genera discrepancias a la hora de pensar la transición energética, sobre todo y muy especialmente, entre quienes sostienen una perspectiva transformadora.

Así, y para terminar este escrito, podemos decir que las y los ponentes se sitúan en tres posicionamientos discursivos principales, contiendo cada una de ellos múltiples ejes y direcciones, con matices  y solapamientos de todo tipo:

Por un lado, encontramos lo que podemos llamar un discurso del crecimiento sostenible y un discurso tecno-científico. Desde este posicionamiento, se entiende la energía como una mercancía y se aboga por bajar las emisiones, sustituir las fuentes de energía fósil y ahorrar en el consumo energético. Además, se busca la autonomía energética («para que la industria sea competitiva») y se encuentran soluciones en el desacoplamiento y en la economía circular,   aumentando el Producto Interior Bruto (PIB). En términos generales, se apuesta por la colaboración público-privada y los  procesos son liderados desde las instituciones y las empresas.

En su reverso, podemos situar el discurso del decrecimiento y el discurso ecofeminista, desde donde se aboga por buscar nuevas lógicas para cambiar radicalmente el modelo energético. Desde estos planteamientos, no se trata sólo de un cambio tecnológico, sino de una desmercantilización del sistema energético que requiere de una medición de las necesidades energéticas y garantizar que estos procesos sean “desde abajo”, fomentando la soberanía agroecológica alimentaria y el ecofeminismo, construyendo consorcios energéticos público-comunitarios.

Y, a medio camino, encontramos lo que podemos llamar el discurso pragmático que se basa en la viabilidad de la transición energética,  tomando como punto de partida el actual modelo social, diferenciando el destino o el final  y el  camino o el proceso. Desde estos planteamientos, se hace una apuesta por la eficiencia, la digitalización y la electrificación de la industria y por los modelos mixtos de gobernanza, estos es: modelos de transición «desde abajo» y «desde arriba», con impulso público.

Además de estos tres discursos, somos conscientes de que en Euskal Herria existen otros planteamientos y visiones sobre la transición energética. Los miembros de EKOPOL seguiremos trabajando para cubrir estas lagunas y aportar más claves  en relación a los problemáticas socio-ecológicas actuales. Al igual que en otras ocasiones, «perdonen los errores y tengan en cuenta los aceirtos».

Leioa, 12 de julio de 2023.