Autor. Álvaro Campos.
Publicado el 27 de diciembre de 2019 en HORDAGO (El Salto)
El proyecto de la Unión Europea de construir un sistema eléctrico único mediante interconexiones coloca a España en una posición de gran valor geoestratégico, ya que no es solo el Estado europeo con mayor potencial de producción fotovoltaica, sino que presenta una curva de producción eólica más estable que sus colegas europeos, en gran medida debido a su condición de península. Pero, ante un escenario futuro de mayor producción renovable, intermitente, la UE propone las interconexiones como única alternativa, puesto que tienen una gran capacidad para enviar excedentes de energía eléctrica desde España para satisfacer la demanda del interior del continente. Esta capacidad queda en gran medida limitada en sentido contrario, ya que por lo general España cuenta con producción renovable suficiente cuando existen excedentes en Europa. Podemos empezar a pensar en interconexiones de único sentido desde las periferias europeas.
Todo esto allana el camino para la implantación de grandes proyectos de producción renovable para la provisión energética de Europa no solo en España y Portugal, sino también en el norte de África, con un potencial renovable muchísimo mayor que el de España.
Si bien el proyecto de la Unión Energética nace para dar respuesta a la necesidad de transitar a las energías renovables, supone en esencia una continuación del modelo energético actual. La producción centralizada de renovables no cuestiona el paradigma actual, dejando la propiedad y la toma de decisiones en manos de las mismas empresas de siempre. De este modo, dentro de una lógica de acumulación económica, tiene todas las cartas para causar fuertes impactos en los territorios donde puedan producir esa energía, abriendo la vía a nuevas formas de colonialismo energético. A su vez, según se integre una mayor cantidad de potencia renovable, al estar la producción concentrada en menos horas, requerirá de un refuerzo por aumentar no solo la capacidad de las interconexiones sino de las propias líneas interiores de los estados, con todos los impactos asociados sobre los territorios que cruzan.
Las energías renovables presentan un gran potencial transformador desde el punto de vista social, dada la posibilidad de su uso modular y su capacidad de producir energía a nivel local. Sin embargo, para desarrollar este potencial es necesario un nuevo modelo energético a su medida. Es necesario recuperar el papel inicial de los sistemas energéticos como previsores de un servicio básico y no una herramienta orientada al lucro. Debemos plantear un nuevo modelo desde abajo, desde la demanda, y teniendo en cuenta los tiempos de las nuevas fuentes de producción renovable.