Gorka Bueno, Iker Etxano, Ortzi Akizu-Gardoki, Itziar Barinaga-Rementeria

Este artículo proviene de la revista campusa, y fue publicado el 2 de septiembre de 2022.

Tras calcular la huella ambiental y social, se han analizado escenarios alternativos y se han propuesto acciones para reducirlas.

El grupo EHU-Aztarna ha calculado la huella ambiental y social que produce la actividad de la UPV/EHU desde la perspectiva del ciclo de vida. Una vez analizado el impacto que producen los hábitos de transporte, los consumos energéticos y materiales y la gestión de los residuos de la comunidad universitaria y modelizar diversos escenarios para minimizar dicho impacto, ha propuesto una serie acciones de mejora, para conseguir una UPV/EHU socialmente más equitativa y sostenible.


Toda actividad económica, incluida la académica (enseñanza e investigación), puede tener impactos negativos no solo en su entorno cercano, sino también a lo largo de su cadena de valor, desde la perspectiva del ciclo de vida. “En el campo de la ingeniería está muy extendido el uso de la metodología de ciclo de vida y la estimación de los impactos ambientales de un determinado producto, pero no es habitual calcular los impactos ambientales que producen las organizaciones”, explica Iker Etxano, miembro del grupo EHU-Aztarna. Se han llevado a cabo estudios para evaluar el impacto ambiental producido por ciertas instituciones de educación superior, pero no han considerado los impactos sociales.

El grupo EHU-Aztarna es un equipo multidisciplinar, compuesto por personal docente e investigador, personal de administración y servicios y estudiantes de la UPV/EHU, que trabaja con un doble objetivo: concienciar a la comunidad académica de la UPV/EHU de sus propios impactos y proponer medidas para mitigar dichos impactos, para contribuir a que la UPV/EHU sea socialmente más equitativa y sostenible. Este grupo lleva cinco años investigando en este campo, dentro del programa Campus Bizia Lab, y tiene previstos una serie de trabajos de cara al futuro.

En una primera fase, realizaron un exhaustivo trabajo de inventariado en torno a cuatro áreas —transporte, energía, material y residuos— de 30 centros localizados en los tres campus de la UPV/EHU, que cuentan con cerca de 47.000 usuarios entre estudiantes, personal de administración y servicios y personal docente e investigador. “Fue un trabajo de inventariado intenso; por ejemplo, recopilamos datos sobre los recursos materiales de toda la plantilla (principalmente ordenadores) y se recogieron los hábitos de transporte de todos los usuarios y usuarias (incluido el alumnado)”, explica Gorka Bueno, coordinador del grupo EHU-Aztarna.

Un recurso muy eficaz

En una segunda fase, han modelizado los impactos que produce toda esa actividad, utilizando una serie de bases de datos y programas de software. “Mediante modelización hemos identificado algunos puntos perjudiciales de la organización. Por ejemplo, cada usuario hace anualmente 8.900 km, por lo que cerca del 60 % de los impactos ambientales considerados corresponde al transporte”, detalla el investigador del Departamento de Economía Aplicada Iker Etxano. Entre los impactos derivados del consumo de productos materiales destaca el ciclo de vida de los ordenadores: “Hemos contabilizado los impactos producidos por todos los componentes de los ordenadores, incluidos su producción y transporte”, añade. La modelización ha puesto de manifiesto que la mayoría de los impactos ambientales, en muchos casos más de la mitad, se localizan fuera de la Comunidad Autónoma del País Vasco.

En cuanto a la huella social que genera la organización, se han analizado diversos aspectos: de los accidentes laborales relacionados con la actividad de la UPV/EHU, por ejemplo, solo unos pocos se producen en la propia UPV/EHU. Por otro lado, se han detectado trazas de trabajo infantil y analfabetismo en la huella social de la actividad de la UPV/EHU. “Para determinar con mayor precisión la localización geográfica de estos impactos y abordar mejor el concepto de deuda social, sería necesario realizar un análisis más profundo. Algunas de las huellas ambientales y sociales no las genera directamente la UPV/EHU, pero en todas debemos prestar atención y adquirir corresponsabilidad”, reconoce Gorka Bueno, doctor del Departamento de Tecnología Electrónica.

A partir de estas modelizaciones, han explorado escenarios alternativos y han recomendado una serie de acciones de mejora que pueden reducir los impactos de la actividad de la universidad (en ocasiones puede reducirse hasta un 30% de los impactos): “Por ejemplo, con acciones como trasladar al autobús una parte importante del transporte que hacemos en coche, o alargar la vida de los ordenadores de nuestros despachos dos años más, se reducirían los impactos. Mediante modelización, vamos a calcular el grado de reducción de los impactos en estos escenarios. Ese es el siguiente paso de nuestro proyecto”, comenta Etxano. Para ello, en este momento, están trabajando en un análisis multicriterio de diferentes escenarios.

Durante todo este proceso, el grupo ha publicado varios artículos científicos. En opinión de Bueno, “es fundamental que las instituciones dispongan de este tipo de recursos para evaluar los impactos que sus actividades tienen en diferentes ámbitos. El conjunto de datos utilizados en nuestro estudio puede servir de referencia para calcular la huella ambiental y social de instituciones de educación superior y de otro tipo. Tanto la metodología como las conclusiones obtenidas pueden ser de utilidad para otras organizaciones”.

Referencia bibliográfica